La humilde lechuga cuenta con tantas propiedades que bien se la podría considerar una pequeña joya del huerto: es rica en vitaminas A, E, C, B1, B2, B3, así como en betacaroteno, pectina, lactucina, fibra, calcio, sodio, hierro, magnesio y potasio.
La lechuga es conocida desde la Antigüedad por sus propiedades relajantes y sedantes, por lo que se la recomienda para el insomnio. Combate la fatiga y la anemia por su alto contenido en hierro, es fuente de antioxidantes, es diurética, regula los niveles de azúcar en sangre y fortalece las vías respiratorias.
En la reproducción por semilla hay que tener en cuenta ciertos factores. Las semillas de lechuga son muy pequeñas y germinan mejor en condiciones de luz, por lo que no se deben enterrar más de 5 milímetros.
El trasplante se efectúa cuando las plántulas tienen entre 3-4 y 5-7 hojas, según la variedad, cuidando que no sufra un trasplante a raíz desnuda. Conviene que el suelo sea rico en humus.
El riego de plantación es muy importante. Después ha de ser frecuente; no hay que dejar que se seque la tierra, pero también evitar que se encharque.
Se debe prestar especial atención a las malas hierbas y realizar escardas regulares. Los caracoles y babosas pueden aparecer para darse un festín con las lechugas.
La subida de la flor es uno de los problemas más comunes y malogra la planta para el consumo, ya que la vuelve muy amarga. Se ve favorecido por las temperaturas excesivamente altas. Si una planta empieza a espigar hay que cosecharla lo antes posible.
El artículo completo aquí, por el Ecoagricultor.
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