lunes, 18 de marzo de 2013

Sobre la caléndula


Su nombre procede del latín ‘calendas’, que hace referencia al primer día del mes, ya que sus flores, si las condiciones climáticas no son muy rigurosas, pueden surgir todos los meses.  Las encontramos en tonos amarillos y anaranjados, se abren al amanecer y permanecen cerradas durante la noche.

La plantaremos en primavera en un terreno seco y pobre, situado al sol, aunque también se desarrolla bien con sombra parcial. Las flores aparecerán unos dos meses después de la siembra. Soporta bien condiciones extremas, tanto las heladas como la sequía.

Para su buena salud, hemos de prestar atención a las enfermedades. Entre ellas destacan la caléndula negra, que detectaremos por la aparición de pequeños puntos marrones, el aster amarillo, que produce agujeros en las hojas y la muerte de las flores y del ejemplar. En este caso, es necesario retirarla, puesto que, de lo contrario, los insectos harán que se propague a otros ejemplares. También habrá que evitar el mildiu o moho polvoriento.

Para que crezca adecuadamente, necesita riego de forma habitual, y es recomendable la eliminación de la maleza que la rodea. Aunque no necesita suelos ricos en nutrientes, en casos extremos es recomendable añadir fertilizantes. La recolección se realiza cuando las flores se abren, y se conservan en un lugar a la sombra, que no tenga humedad. Una vez que están complemente secas, se conservan en tarros de cristal hasta su utilización.

Como infusión, está indicada en caso de indigestión, úlceras, gastritis y vómitos, así como para regular la menstruación. Lavarse los ojos con agua de caléndula es efectivo en caso de conjuntivitis.


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