Uno de las claves del buen funcionamiento del ajo en nuestro macetohuerto es el riego. Su cultivo es sencillo, pero muchas veces nuestras plantitas de ajo mueren por exceso de riego.
Es una planta bastante rústica, que se adapta bien a diferentes climas y tolera bien el frío del invierno. Para la formación del bulbo necesita temperaturas suaves y no le gustan las temperaturas excesivamente cálidas del verano. Por lo tanto, suele cultivarse para que forme el bulbo en primavera. Sin embargo, en macetas, puede plantarse durante todo el año. En macetas de 12 x 12 x 12 cm. funciona muy bien (uuuh.... muy bien!).
La plantación se realiza a partir de los dientes de ajo, plantándolos a unos 5 cm. de la superficie con la parte más puntiaguda hacia arriba. Debemos tener en cuenta que el ajo presenta una cierta latencia, o sea, que el ajo recién cosechado puede tardar un cierto tiempo antes de germinar. De cada diente de ajo saldrá una cabeza completa.
Diez días después del primer riego, se recomienda aplicar otro riego ligero, con el fin de favorecer la germinación de las semillas que no lo hayan hecho en el primer riego. Con esto, se logra la emergencia de un buen porcentaje de plántulas.
A partir de ahí, los siguientes seis o siete riegos se deben aplicar cada 15 a 25 días. La etapa más corta (15 días) o más larga (25) dependerá de las condiciones climáticas del lugar, los requerimientos de humedad de la planta en sus diferentes etapas de desarrollo y la textura del suelo.
Cuando las temperaturas comienzan a elevarse, los riegos deben ser más frecuentes, con intervalos entre ocho y diez días.
El último riego se debe aplicar a los 15 o 20 días antes de la cosecha.
Respecto a sus enfermedades, el ajo suele plantear pocos problemas, pero algunas de sus patologías o plagas más comunes son: la mosca de la cebolla (insecto), la tiña del puerro (insecto), la roya del ajo (hongo) y el mildiu (hongo).
El artículo completo del Ecoagricultor aquí.
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