Después del break de una semana (en el que el huerto se quedó en buenas y concienzudas manos), regresé para encontrar el huerto con muy buen semblante.
El único detallito por ahí fue una invasiva invasión de pulgones (o de lo que a mi parecer son pulgones). ¡Pero invasión!
Lo que sí, es que en esta ocasión no eran los pulgones que yo conocía y odiaba. Me llamó la atención que como que estaban cubiertos de polvito, como pambazos veracruzanos.
Corté las ramitas más afectadas, puse en cuarentena a la rúgula (es decir, la bajé al escritorio en lugar de dejarla colgando con las demás allá arriba) y hoy en la mañanita encontré esas ramitas más menos despejadas y a los pulgones pataleando en el escritorio. Evidentemente hubo una masacre (de la cual no me arrepiento a pesar de que al fondo escuché un "pobres pulgones") después de la cual revisé la rúgula plantada y decidí volver a subirla. La inspección fue cuidadosa y me pareció que no quedaba más plaga, cuando mucho habrá un par de ellos escondiéndose bajo la tierra, pero no durarán, de eso me encargo yo.
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